ZANZÍBAR

Stone Town
Llegamos a las 16.30 del 19 de julio, los dalla-dalla de la isla de Zanzíbar son una especie de furgoneta con asientos de madera en el perímetro y abiertos por los laterales, por 3.000 TSH nos llevaron desde el aeropuerto al centro de Stone Town, nada más llegar fue atosigante el número de jóvenes que intentaron acompañarnos al hotel, llegamos a agobiarnos y en principio queríamos alojarnos en la Guest House Annex de Abdulá, pero al seguirnos tantos jóvenes, ni la encontramos, después de una hora andando por los callejones de Stone Town decidimos dormir en el Hotel Coco de Mer por 50 dólares la habitación triple, hacia ya semanas que no compartíamos habitación, en Zanzíbar se suponía que eran más escrupulosos con la religión, pero al ser más turístico que el interior de Tanzania, todo está más occidentalizado.
Por lo que después de una ducha, nos fuimos a dar un baño, el primero en el Índico, los dhows nos dieron la bienvenida y un atardecer inolvidable nos hizo que el largo viaje hubiese merecido la pena, algunos locales jugaban al fútbol en la playa y la marea estaba alta lo que cerraba la playa, así que caminamos por los jardines de Forodhani, donde al atardecer se llenan de vida y donde los locales preparan el pescado y el marisco pescado durante el día, además de la típica pizza zanzibareña..

Por la noche dimos un enorme paseo por el puerto y sus puestos de marisco y pescado asado a la plancha, la terminal de ferris y sin darnos cuenta estábamos en el restaurante que mejor recuerdo nos ha dejado, el Lukmaan Restaurant, gran cantidad de típica comida zanzibareña y excelentes zumos, no sirven alcohol al ser un restaurante musulmán y allí conocimos a Mahamoud, una excelente persona que hablaba español y que se ofreció a llevarnos a la playa de Matemwe y encontrar hotel allí al día siguiente, fue honesto con nosotros y nos comentó que era para cobrar la comisión, nos pareció tan buena persona, que accedimos y quedamos con él para la mañana siguiente; después de cenar un paseo por la playa y a descansar para el siguiente día.

Playa de Matemwe
El 20 de julio quedamos con Mamut a las 9.00 de la mañana para que nos acompañara a nuestra primera playa que íbamos a visitar en la isla de Zanzíbar, la elegimos porque Omar quería bucear allí, el dalla-dalla 118 nos esperaba, y junto a Mamut y nuestras mochilas teníamos unas dos horas hasta llegar allí, una larga charla muy amena sobre las diferentes maneras de entender el matrimonio entre la cultura occidental y la cultura musulmana, Mamut nos explicaba los sentimientos de la mujer musulmana cuando tienen el segundo y tercer matrimonio, él quería tener cuatro mujeres y la explicación que nos dio fue con el símil de las cuatro patas de un animal soportadas por la cabeza de un hombre, algunos de nosotros no lo entendíamos, pero nadie intentó convencer a nadie, compartimos nuestros puntos de vista y sin darnos cuenta, llegamos al poblado de Matemwe, está justo detrás de los hoteles de la playa, andamos menos de cien metros por la playa y ya encontramos nuestro alojamiento, el Mohammed´s Restaurant & Bungalows, 4 cabañas de cemento con techo de paja por 50 dólares la noche en habitación triple.

Una larga playa donde las mujeres recolectan algas y coral, cientos de cultivos por toda la línea de playa y al fondo una barrera de acantilado, que produce una extensión de más de un kilómetro entre donde rompen las olas y hasta donde llega la playa, el agua no te cubre más de 50 cm. y si tienes ganas y fuerzas puedes andar hasta algunos bancos de arena que se forman cerca de la línea del arrecife cuando baja la marea. Lo primero que hizo Omar fue reservar sus dos inmersiones para el día siguiente, y una vez reservado todo para esas inmersiones cerca de esa isla privada y de alto nivel, la isla de Mnemba, un paraíso para los buceadores y donde llegan todas las empresas de buceo de la isla, nosotros nos dispusimos a caminar por esta magnífica playa.


Imagenes inolvidables vistas desde la lejania que da estar ya en casa.

A mediodía nos fuimos a comer al cruce de carreteras, en un “restaurante local” regentado por mujeres, un arroz con judías y dos trozos de carne por 1.500 TSH (75 céntimos), siempre le dejábamos 5.000 TSH (2,5 euros) los tres y comprobamos agua en la tienda de la esquina, no dejaban de ser algunas chozas y cabañas diseminadas por los alrededores de la carretera donde los hombres se reunían a charlar y poco más, de regreso a nuestro hotel, pasábamos por los poblados que dan la espalda a la playa y que son el “patio” trasero de los Resort.

Por la tarde los tres nos fuimos al acantilado donde están situados los Resort de alta gama, 300 dólares por persona y noche, Matemwe Bungalows y Matemwe Retreat, enfrente de la isla de Mnemba, algunas playas reservadas que al no haber nadie las disfrutamos nosotros, mientras perseguíamos a algunos de los miles de cangrejos de arena que hay en estas playas.

Cenamos en el Mohammed’s Restaurant, nuestro alojamiento, por 12.000 TSH (6 euros) un combinado de arroz, ensalada y pulpo o pescado en salsa de coco, un nuevo paseo nocturno por la playa y al llegar unas cartas, jugando al “mentiroso” pasamos algunas risas y llegó el momento de irnos a dormir, quizás fue una de las noches más inolvidables del viaje, decidimos dormir en las hamacas que daban a la playa, nos sacamos los sacos y si hacía frío nos meteríamos en la cabaña, pero sin darnos cuenta y rodeados de ese cielo negro y cubierto de estrellas que se ve en el hemisferio Sur pasamos la noche, escuchando los ruidos de algún pescador que accedía a la playa o cualquier animal del poblado que buscaba algo de alimento por allí, o las mujeres que al amanecer llegaban a los cultivos de algas.

Un buen desayuno el 21 de julio antes de que Omar se despidiera para hacer sus dos inmersiones mientras que Blas y Juan se daban un largo paseo por la playa observando a las mujeres dentro del agua, vestidas y con el pañuelo cubriendo sus cabezas, al llegar hasta la altura de un gran banco de arena nos pusimos a andar con el agua a la altura de las rodillas y las vistas desde allí fueron paradisiacas,... no más de veinte centímetro de agua y un banco de arena que te permitía tumbarte mientras contemplábamos la enorme línea de costa, el agua turquesa y las palmeras de fondo, sin darnos cuenta llegaron las 14.00 horas, llegamos al hotel a las 14.25 y habíamos quedado con Omar a las 14.00 horas en la oficina de la empresa de buceo, salimos y nos encontramos de nuevo, nos fuimos a comer al “restaurante” del día anterior y por la tarde, de los muchos jóvenes que merodean la playa ofreciéndote de todo, quedamos para ir a cenar a su “restaurante” para esa última noche, por 5.000 TSH (2,5 euros) el plato de arroz y algún pescado, por la tarde algún paseo por la playa y poco más.

Al llegar la noche, dudamos si ir a donde habíamos quedado con el chico, el poblado estaba lejos y había que ir con las linternas por la playa hasta una zona de grandes palos de madera y allí salía el camino hacia el cruce de carreteras, al final decidimos ir, sería más de una hora la ida y la vuelta, al llegar a su casa que era lo que nos “vendió” como el restaurante, un grupo de hombres tomaban un plato de arroz, aquello era un “mazacote” de granos de arroz incomestible y un pescado minúsculo asado hasta la saciedad, fue la única vez que no pudimos comernos aquello que nos ofrecían, pero al enfocar con la linterna a la esquina de la choza, su mujer y un bebé estaban durmiendo tirados en un esterilla sin ninguna protección, piensas en la malaria, en los mosquitos y todas las vacunas que te has puesto y allí, un padre pendiente de “engañar” a unos zhungus en la playa, sabes que te engañan, para ellos esos 15.000 TSH es más de 10 veces lo que le cobran a un local por esa cena y lo sabes, pero cuando sabes que gracias a esa cena podrán comer durante algunas semanas, el no cenar o ese largo paseo hasta esa cabaña ha merecido la pena.
De regreso al hotel, charlábamos sobre lo vivido, nuestras sensaciones y cómo nuestro estilo de vida occidental no será el mejor, pero unas comodidades básicas serían el objetivo de la humanidad y luego que cada grupo humano se organice como quiera, cada uno teníamos y tenemos puntos de vista distintos, por lo que más de 8.000 millones de habitantes del Planeta…[…], un milagro que funcionemos como Humanidad...
Esta noche todos dormimos dentro de la cabaña y al siguiente día cambiaríamos de playa, en el norte, las playas de Kendwa y Nungwi son playas más turísticas repletas de hoteles para italianos y regentados por italianos, quizás nos vendría bien sentirnos de nuevo turistas convencionales y tener unos días a lo occidental.

Playa de Kendwa
El 22 de julio comenzaba con tranquilidad, ya que sobre las 10.00 cogeríamos el dalla-dalla a Mkwajuni, donde está el cruce de carreteras que te llevan al norte, allí nos bajamos y un grupo de jóvenes celebraban una procesión con cánticos africanos, enseguida llegó el dalla-dalla a Nungwi, pensábamos que el acceso a la playa sería como en Matemwe, pero hay que estar muy atento y decirle que te dejé en el cruce del hotel de Kendwa Rocks, si no lo haces, debes caminar 4 ó 5 kilómetros hasta llegar a la playa de Kendwa, que es lo que nos sucedió a nosotros, al llegar a la playa después de un largo camino, la sorpresa es darse cuenta que son playas de baño, con corales muy cerca y peces de múltiples colores que se pueden observar sin la necesidad de contratar a una empresa de snorkeling, nos costó encontrar hotel, nos pedían 90.000 TSH (45 euros) la habitación triple en el White Sands Hotel, estos hoteles están situados encima de los acantilados que dan a la playa y las recepciones están situadas en la parte alta, por lo que hay que andar demasiado para encontrarlas cuando no se conoce la estructura de la playa.

El lugar más turístico de Zanzíbar, quizás sea la playa más popular y con mejor ambiente si se busca algo de marcha y pasar la noche alrededor de una de las múltiples hogueras que se hacen, nosotros después de comer, buceamos con nuestras gafas y snorkel viendo esos corales y peces de colores que hay cerca de la playa, el pez payaso, alguna pequeña langosta y alguna morera pequeña, además de multitud de otros peces que te llegan a “besar” los cristales de las gafas.

Y para terminar la tarde llegamos hasta la parte más al sur de la playa donde se ven los mejores atardeceres, de vez en cuando uno de los muchos “masais” italianos que hay te proponen una foto o cenar, pero nosotros nos fuimos al hotel, una ducha y ropa limpia, y nos fuimos a cenar al restaurante del Kendwa Rocks, quizás el mejor sitio para pasar la noche, alrededor de su hoguera se reúnen los grupos de turistas que están en la playa y se puede compartir un rato de charla con cualquiera de ellos.

Aquí fue la primera vez que escuchamos a esa empresa española que organiza viajes de aventura, unas españolas nos comentaron: “vosotros venís con Kananga”, y nosotros nos pusimos a reír, ya que después de eso, ni caso, en los días posteriores nos cruzamos con muchos grupos de esta empresa, siempre que vimos a un grupo de españoles siempre iban con esta empresa y siempre gastábamos bromas con esa frase: “Tú que eres de “Catanga”, decía Omar”, y Blas corregía: “Kananga”, los tres reíamos…

Sobre las 24.00 horas regresamos al hotel y a esperar un nuevo día en esa magnífica playa.

El 23 de julio amanecía como casi siempre sobre las 8.00 de la mañana, queríamos ir a Nungwi y cruzar las dos playas que con la marea baja se comunican, un baño en la playa y un paseo hacia el complejo de Kendwa Beach Resort, un lugar en una curva con Bungalows circulares y una playa impactante, y por la carretera llegamos a donde el día anterior nos dejó el dalla-dalla, Nungwi fue el poblado donde más suciedad vimos, cerca de la playa vimos a un grupo de cabras entre basura y el Hilton Double Tree, es quizás el hotel con más cemento de todos los que hay en esa zona, por lo que nos adentramos en el poblado y nos encontramos un restaurante local, donde comimos uno de los mejores pollos en salsa de todo el viaje, además abundante, parecido a nuestro “pollo en pepitoria”, unas cervezas y regresamos por la playa antes de que subiese la marea.


Más baños en la playa y un nuevo atardecer con imágenes inolvidables, como esos pescadores en equilibrio en sus precarias embarcaciones, esa barca siendo secada al fuego y un rato tumbados en una magnífica hamaca en forma de cama en Kendwa Rocks.


Mientras, otro grupo de Kananga nos explicaba todo lo que habían visto, no sabemos por qué se genera esa sensación con los grupos organizados al intentar justificar esa manera de viajar por África (cada uno busca experiencias distintas, nada más), entre los que vamos con la mochila, cogemos transporte local y dormimos en Guest House dentro del continente y no sabemos dónde vamos a dormir al día siguiente existe complicidad, sin embargo no sentimos los mismo con ninguno de los grupos de Kananga que nos encontramos, aún así compartimos nuestras experiencias y nos despedimos, una vez que salimos de Zanzíbar ya no volvimos a encontrarnos a ninguno de estos grupos.

La noche fue tranquila y la pasamos en el restaurante de Kendwa Rocks, no había mucho ambiente y a la mañana siguiente nos íbamos a la última playa que íbamos a visitar en Zanzíbar, la playa de Paje.
Playa de Paje
El 24 de julio comenzaba como siempre, con un buen desayuno, nos despedimos de la playa más turística y al salir nos cruzamos con ese "payé" de Lleida, que vimos el primer día y que volaría con nosotros el 6 de agosto de vuelta a casa, Ricard, que dejó en nosotros una magnífica impresión, un gusto conocer a personas como él.
Debíamos regresar a Stone Town, para cambiar de dalla-dalla y llegar a Paje, por lo que aprovechamos para reservar en la Guest House Annex de Abdulá para el día 26 de julio y así, tener alojamiento para nuestra llegada a Stone Town, fuimos a recoger el dinero que el padre de Omar le había ingresado en Western Union y comimos en Lukmaan, nuestro restaurante favorito en Stone Town, y a las 15.00 horas salimos para Paje, en el dalla-dalla 309 de Jambiani, un helado de fresa y buscaríamos ese alojamiento que el grupo de austriacos nos habían recomendado en Mwanza, Teddy´s Place.

Nada más coger el dalla-dalla el responsable sabía el cruce de caminos que daba al Teddy´s Place, un par horas de viaje y sin darnos cuenta ya estábamos allí.


Teníamos que compartir cabaña, con una pareja de checos y una sudafricana que estaban haciendo “kite surf” en la playa de Paje, es una playa ventosa que el viento siempre sopla paralelo a la línea de costa lo que favorece esta actividad deportiva.

Teddy´s Place es un lugar encantador, quizás el mejor donde hemos estado, tranquilo y confortable, con un buena cocina y una pequeña terraza donde charlar, Blas nos ilustro sobre literatura, conversaciones muy interesantes que hicieron muy amenas muchas de las horas que estuvimos allí descansando.

Después de otro enorme paseo por la playa, una ducha y cena en el restaurante del Teddy´s place, regentado por un joven alemán algo “pillo”, que nos invitó esa sábado noche a salir de marcha, fuimos a un hotel donde se estaba celebrando una fiesta reggae, no había mucho ambiente, por lo que nos fuimos a un local de Paje donde van los sábados noche los habitantes de Paje, un ambiente de los más curioso, música occidental e incluso la “macarena” sonando en África, algunos masais bailando y algunos jóvenes zhungus viviendo la noche africana; el joven alemán nos dejó allí "tirados", ya que encontró a una chica para pasar un rato más íntimo y al acercarnos al todoterreno para que nos llevará al Teddy´s Place, nos dijo: “Dos horas..”, ...los jóvenes y sus encuentros…así que los tres regresamos a las 2.00 de la mañana andando por la carretera y luego  por los caminos hasta nuestra cabaña en el Teddy´s Place, al llegar el guarda no nos dejaba entrar y Ubulinga, la chica sudafricana nos mandó callar por las risas que nos produjo la situación vivida.

El 25 de julio fue un día tranquilo, algunos de nosotros estuvimos durmiendo en todas las tumbonas que encontrabamos a nuestro paso, un domingo más que relajado, al despertarnos comentamos la situación de la noche anterior y nos fuimos a dar un baño antes de ir a Paje, donde probamos esa sopa zanzibareña que nos sentó el cuerpo, por 500 TSH (25 céntimos) y anduvimos por Paje, como en todas los pueblos que nos encontramos no hay mucho que hacer, pero pasamos la tarde, llegamos hasta el final y regresamos al hotel, esa noche había una barbacoa suajili en el hotel, por lo que en la terraza del Teddy´s Place pasamos largas horas charlando.

Al llegar la noche, un chico sudafricano, Nick se sentó con nosotros, hablamos del apartheid y de las situaciones que se viven en Sudáfrica en la actualidad y posiblemente tuvimos la mejor cena del viaje, un buffet de barbacoa suajili: pinchos de calamar, gambas a la plancha y todo tipo de arroces al estilo suajili con ensalada y fruta.

Despedimos la noche y al día siguiente Omar se levantó para ver amanecer, regresábamos a Stone Town, donde pasaríamos los últimos días en Zanzíbar antes de emprender nuestra última aventura hacia la isla de Mafia.

El 26 de julio al levantarnos dimos un largo paseo con Ubulinga, esa chica sudafricana que sus padres eran médicos y que había vivido en todos los continentes, teniendo una experiencia vital impresionante,... a mediodía queríamos llegar a Stone Town y no teniamos prisa ya que teniamos reservado el hotel, así que sobre las 12.00 nos fuimos al cruce de carreteras para coger el dalla-dalla.

Stone Town
Queríamos pasar un solo día en la capital de Zanzíbar, esa tarde reservaríamos los billetes del ferri para Dar es Salaam y saldríamos la mañana siguiente para Nyamisati, ese “puerto” desde donde salen los botes para Kilindoni.

Pero al llegar a Stone Town preferimos estar un día más, conocer esta ciudad llena de callejones, visitar algún museo y darnos un día más en Zanzíbar, al comienzo de nuestro viaje no teníamos pensado ir a Zanzíbar y al final íbamos a pasar nueve noches en esta paradisiaca isla.

Sin duda creemos que mereció mucho la pena esta vuelta que dimos por está simbólica isla, desde donde partían los esclavos hacia Arabia y Persia.

Nada más llegar, nos fuimos a dar un baño, habíamos tomado en Paje una sopa zanzibareña y sabíamos que íbamos a cenar en Lukmaan, por lo que aprovechamos para que Blas cambiase los euros que le quedaban en shillings y pasar una noche tranquila, la decisión de quedarnos un día más no era compartida por todos nosotros, así que al día siguiente podían surgir algunas tensiones, así que merecía la pena estar descansados por si estas tensiones aparecían.

El 27 de julio fue el día más turístico de todos los que vivimos en Tanzania y concretamente en Zanzíbar, después de desayunar fuimos a Beit El-Ajaib (Casa de las Maravillas), donde reside el Museo Nacional de Historia y Cultura de Zanzíbar, una dos horas para recorrernos las tres plantas de este colosal edificio que preside Stone Town.

Después de la visita, nos dimos una gran vuelta por la sede Presidencial, el Tribunal Supremo y el Mnazi Mmoja hospital, pasando por una mezquita abandonada antes de caminar por Creek Road, donde encontramos un lugar donde tomar ese excelente yogur que dejan fermentar con un dulce, allí nos encontramos con una pareja de médicos cubanos que estaban formando a doce estudiantes de medicina en la isla de Pemba, y de nuevo nos vimos con la chica italiana que estaba viviendo allí en una casa local y que venía precisamente de Pemba, la acompañamos hasta el mercado de Darajani, un lugar caótico, con olor a especias, carne y pescado crudo y frutas tropicales.

En este momento estábamos algo cansados y nos perdimos por los callejones de Stone Town, pero rápidamente aparecimos de nuevo por Lukmaan, una buena comida y nos fuimos a descansar al hotel, el segundo día que nos tumbábamos en la cama por la tarde, al fin y al cabo somos españoles, al levantarnos, preferimos darnos unas horas por libre, el día no estaba resultando precisamente tranquilo y las tensiones de tantos días juntos podrían hacer que hubiese algún malentendido, algunos dimos un paseo y terminábamos la tarde viendo un partido de fútbol local y a las 18.30 horas nos volvíamos a reunir en el hotel.

Esta noche cenaríamos en los Jardines de Forodhani, alguna pizza zanzibareña y algún pincho de pescado con alguna soda antes de irnos a dormir. Omar prefirió irse a dormir temprano, mientras Blas y Juan  preferían irse a la terraza cerca del Tembo House Hotel a tomarse unas cervezas Serenguetis, esas cervezas de sabor tostado que te dejan un sabor muy característico en el paladar, sin darnos cuenta eran las 00.30 y al día siguiente había que levantarse a las 5.45 horas para coger el ferri a Dar es Salaam, luego un dalla-dalla a Nyamisati y otros cinco horas más en un bote a Kilindoni, ...eso sí existía esa combinación.
El 28 de julio sería el día más aventurero de todo el viaje, pero a esas horas todavía no lo sabíamos. A las pocas horas de acostarnos sonaría el despertador para comenzar ese maratón de medios de transportes…